viernes, julio 16, 2004

ATOCHA EN TINTA PROPIA

El sábado 3 de julio tomé el tren de las 9.35 que me condujo a Murcia. Tuve suerte de encontrar pasaje en ese tren, ya que la huelga de Renfe tuvo como consecuencia la cancelación de numerosos viajes por toda la piel de torete. Como siempre, lo tomé en Atocha, adonde el tren llega pocos minutos después de su partida de Chamartín.

La estación de Atocha es un lugar por el que siento reverencia. ¡La de veces que he tomado el mismo tren en el andén 6! Camino de Murcia o camino de Madrid, para regresar a los orígenes o para volver al presente, que en cierto modo es el futuro. El tren se detiene en el andén 6, punto de llegada o de partida según se mire, el mismo andén que tenía como destino uno de los trenes de cercanías que estallaron durante los atentados del 11 de marzo.

Es imposible regresar a la estación de Atocha y no sentir todavía, como un pálpito lleno de una furia ciega, la reverberación de aquella tragedia sangrienta y cobarde. La sociedad española se manifestó contra la masacre como un solo hombre (o mujer), y como un solo hombre (o mujer) salió a votar para defenestrar a un gobierno. El problema de la democracia representativa (o sea, de cualquier democracia) es que el pueblo dividido en individuos vota a unos partidos que supuestamente les representan. Cuando el gobierno deja de representar la voluntad popular (como sucedió con la guerra de Irak), a ese gobierno hay que expulsarlo de su trono. Por supuesto, los señores del PP no fueron ni “asesinos” ni “cómplices” en la matanza de Atocha; pero con su actitud incondicional a favor de la guerra de Irak, acabaron por ganarse la repulsa del país y la pérdida del gobierno. Con razón o sin ella, no conviene que los países en vías de desarrollo olviden gestos como éste cuando se lamentan de sus democracias-patito, que también son responsabilidad de todos y cada uno de sus ciudadanos. Quien no protesta no tiene derecho a quejarse del transcurso de los acontecimientos.

Muy posiblemente será en Noviembre cuando se presente la revista 11 M (coordinada por Víctor Alós), donde algunos de los artistas del cómic más jóvenes y brillantes de España se han apiñado para entonar su personal canto de lamento por las víctimas. Invitado por el dibujante Paco Nájera, también yo he colaborado con un pequeño relato del que no me siento precisamente satisfecho. Sin embargo, no podía dejar de contribuir con mi visión de un problema que no ha hecho más que empezar. Lo mejor del relato (por no decir lo único bueno) es una frase del gran Séneca que debería hacer pensar a los mostrencos que dirigen el mundo, con los infames Sharon y Bush a la cabeza: “Quien desprecia su propia vida, es dueño de la tuya”. Séneca hablaba de los gladiadores, a lo que temía enormemente. A pesar de los temores de Séneca, en aquel diminuto y controladísimo mundo romano, los gladiadores no tenían el potencial asesino que hoy tienen los terroristas suicidas.

Los fondos que se recauden del proyecto 11 M serán encauzados hacia instituciones de apoyo a las familias de las víctimas, de aquellos trabajadores a quienes el tiempo no les alcanzó para llegar a sentir la vergüenza y la ira, la misma que la sociedad española comparte con los familiares de aquellos trabajadores inmolados por culpa de la sinrazón eterna de este mundo todavía enfermo por culpa de individuos que utilizan el fundamentalismo religioso como bandera de sus propios intereses megalómanos. No es un secreto que los hay de todos los bandos y de todos los credos, y algunos hablan en nuestro nombre. Si alguien quiere asomarse a la página oficial del proyecto En tinta propia, responsable de la revista 11 M, y ver algunas muestras gráficas del mismo, que acceda a la dirección http://imakinarium.net/comic/110304/Colaboraciones.htm

Encontrará juventud, talento, repudio del horror, solidaridad... Quizá también encuentre esperanza.

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