viernes, diciembre 17, 2004

LA CAÍDA DE LOS DIOSES

Luchino Visconti (1906-1976) fue un aristócrata de rancio abolengo (su dinastía se remontaba a los tiempos de Carlomagno) que militó en el Partido Comunista italiano, con cuyos fondos llegó a rodar una película, La terra trema. Visconti era conde y poeta de los pobres. Fue un hombre de otro tiempo ya en vida, y hoy día parece cuanto menos dos hombres de otro tiempo: el aristócrata, heredero por sangre del orden social de un mundo desaparecido, y el director de cine de enorme cultura, doctor en Letras, buceador de los abismos del alma humana, intelectual comprometido, entomólogo de nuestra especie, filósofo de nuestra historia reciente.

Viendo The Damned (en Italia se estrenó como La caduta degli dei, y en español, La caída de los dioses) uno se da cuenta de que el cine es un arte superlativo amenazado en perpetuo peligro de extinción. ¿Cómo comparar la elegancia infinita de esta película, su concepción operística y su majestuosidad natural, con la morralla que continuamente nos apesta y aturulla? Visconti, retratando las más bajas pasiones humanas como son el hambre de poder y el hambre infinita de la carne nos hace una radiografía excepcional de los años que condujeron a Hitler a un poder desmedido y enfermo. Afirmó Visconti: “No existen explicaciones ni soluciones de los estados del alma, de los conflictos psicológicos, fuera de el contexto social. A mi juicio, las pasiones humanas y los conflictos sociales son los que animan y conmocionan la Historia”.

La historia de The Damned es la historia de Martin (Helmut Berger), ese ambiguo ente masculino, afeminado y pederasta, que odia y ama a su madre en secreto. Y sufre por ello, claro, como ya sentenció Catulo de Verona. Martin, elemento chocante y débil por sus vicios en una familia catapultada a la gloria al poner su imperio metalúrgico al servicio del nazismo, acabará por convertirse en el portador de la égida sobre un montículo de parientes muertos. Dicen que detrás de toda gran película hay un mito: el de Orfeo en Vértigo, el de Midas en Ciudadano Kane... En La caida de los dioses (insisto ahora en su título comercial español) Visconti nos proporciona una recreación del mito olímpico de la sucesión. Martin, pequeño Zeus en un mundo de dioses caídos tan venidos a menos que han dado a parar en hombres, es el Zeusito de este film majestuoso y lírico-agónico donde se nos insiste en la idea de que el canibalismo es la autopista del triunfo. ¿Quién dijo que perro no come perro?

La caída de los dioses (The Damned, 1969). Dirección: Luchino Visconti. Escrita por Nicola Badalucco, Enrico Medioli y Luchino Visconti. Música de Maurice Jarre. Fotografía de Pasquale De Santis y Armando Nannuzzi. Montaje de Ruggero Mastroianni. Dirección artística de Enzo Del Prato y Pasquale Romano. Vestuario de Piero Tosi. Intérpretes: Dirk Bogarde, Ingrid Thulin, Helmut Griem, Helmut Berger, Renaud Verley, Umberto Orsini, Reinhard Kolldehoff, Albrecht Schoenhals, Florinda Bolkan, Nora Ricci, Charlotte Rampling. Italia-Alemania-Estados Unidos. 150 m. (****).

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy interesante