jueves, enero 27, 2005

CLÁSICOS DEL POPEYE ANIMADO

Extraigo del baúl de los recuerdos del siglo XX un deuvedé con ocho cortos clásicos de Popeye the Sailor. La mayor parte pertenecen a los años 50 y estaban producidos por la A.P.P. Todos ellos suelen girar en torno a la misma excusa argumental: Popeye y Bluto se enfrentan por el amor de Olive Oil. Las espinacas, que proporcionan poderes sobrehumanos a Popeye, le conducen siempre al triunfo. Ni las espinacas ni Bluto eran importantes para un genio del cómic del siglo pasado: Elzie Crisler Segar, quien a los diez años de crear su exitosa serie de prensa Thimble Theater (protagonizada por los hermanos Castor y Olive Oil) introdujo a un personaje episódico llamado Popeye: un marinero tuerto que cada vez que hablaba hacía con el inglés lo que Hannibal Lecter con un invitado a cenar. El éxito de Popeye acabó por arrinconar a Castor Oil (no tardaría en desaparecer de su propia serie, convertido en personaje episódico como una vez lo fue Popeye), el marino tuerto comenzó a mantener una extraña relación sentimental con la estrafalaria Olive y a Segar se le prendió el foco de la luminaria creativa: pronto comenzó a crear más y más personajes secundarios hasta construir un universo bien ensamblado de criaturas extravagantes. Desgraciadamente para nosotros, el genio murió pronto: Segar falleció en la flor de la vida (la akmé, como la llamaban los antiguos griegos) y la industria convirtió pronto a Popeye y sus amigos en criaturas domesticadas previsibles y repetitivas, centradas en el un antagonismo ficticio entre el tuerto y Bluto (creación ortopédica que nunca se apareció por las gloriosas páginas de Thimble Theater) y las espinacas se convirtieron en su alimento forzoso durante décadas.

Los ocho cortos del deuvedé tienen ese sabor de otro tiempo, aunque en algunos casos la naturaleza y circunstancias del personaje se hayan adulterado sustancialmente (resulta ridículo ver a Popeye como tío de tres popeyitos, en la blanda línea Disney que horripila a quienes veneramos el humor cáustico y agresivo de la obra de Segar). A pesar de todo, resulta una delicia la contemplación de dos cortos clásicos de Fleischer (Big Bad Sinbad y Popeye Meets Ali Baba´s Forty Thieves), donde la gran fantasía exigible a todo cartoon de dibujos animados está a la altura de los dos famosos cuentos de las Mil y una noches. Colores deslumbrantes, ritmo musical, imaginación desbordada.

2 comentarios:

Flakushis dijo...

De niña me gustaba ver las caris de Popeye. Mi madre intentó -en vano- motivarme con ellas para que comiera espinacas.

nacho dijo...

No estoy seguro, esta siempre ha sido una duda para mí, si Popeye desconoce la capacidad de Oliva para engañar, o si, adicionalmente, Popeye tiene disposición a compartirla.
Saludos.
nacho mondaca (humphreybloggart.blogspot.com)