jueves, abril 06, 2006

MAUS. UNA REMEMBRANZA

Ya no estoy muy seguro, pero creo que Maus fue la primera lectura de cierta envergadura que hice directamente en inglés. La compré en 1994 durante mi primera visita a Nueva York, en una pequeña librería de Manhattan llamada, si no recuerdo mal, Jim Henson´s Universe. Era mi primera vez en Nueva York, yo tenía veintipocos años y me fui solo a buscar librerías especializadas por la Gran Manzana (habíamos llegado a la ciudad de los rascacielos para representar en el Teatro del Repertorio Español, también en Manhattan, El anzuelo de Fenisa, de Lope de Vega). Había escudriñado las páginas amarillas de la ciudad y había tomado las direcciones de algunas librerías, me desmarqué del grupo (los demás fueron todos juntos a comprar pantalones Levi´s e imitaciones de Rolex por Chinatown) y, con mucha emoción, internéme solo como un pollito calvo por la gran ciudad.

Es muy fácil orientarse por Manhattan. Con un mapa en la mano y tomando la Quinta Avenida como referencia, todo es parriba, pabajo, a diestra o siniestra. Tomen nota, y ya pueden viajar a Nueva York sin mayores problemas. Yo, claro, estaba acojonado. En aquellos tiempos no había viajado solo demasiadas veces, y solito de repente por la capital del mundo tenía mucho miedo de los homeless y de los winos. Escudriñaba a todas partes y miraba a los ojos de la gente: en caso de pérdida, me consolaba pensando que si me encontraba con Woody Allen mientras volvía a casa de comprar el pan, siempre podría preguntarle si iba por buen camino. Me detuve en mi periplo en busca de Jim Henley´s Universe en algunos puntos estratégicos: compré un perrito caliente en el típico carrito callejero, y un tebeo de Daredevil en un kiosco (no podía creer que en Nueva York hubiese kioscos tan feos como los de la posguerra española). Al fin encontré la librería y me metí en ella. No era la gran cosa, la típica librería especializada como hay millones, pero en aquellos tiempos pre-Amazon donde sólo tenías el incipiente sistema de Advance Comics, pues emborrachaba la vista, el olfato y los sentidos hallarte en una librería donde comprar tebeos originales en inglés, y más teniendo en cuenta que se trataba de una librería original en el Nueva York original. Mis compras fueron un par de tomos de Love and Rockets, los diez primeros números de Eightball (en aquellos tiempos casi nadie en Europa conocía a Daniel Clowes), un tomo del Popeye de Segar, también en Fantagraphics, un volumen del Pogo de Walt Kelly, varios cómics de Crumb, algunos cómics independientes que me entraron por el ojo (Joe Matt y otras cosas que no recuerdo, entre ellas Cherry) y el tomo 1 de Maus (no había aparecido todavía el 2, o no lo vi).
Si ya estaba nervioso, todavía sucedió algo que me acobardó más. De repente uno de los dependientes se lió a hostias con un chaval que había intentado robarse unos tebeos de super héroes. Nada de detenerlo y darle un par de empujones para asustarle en plan oye tío, de qué vas, o su traducción al inglés. En plan Schwarzenneger, el tipo le propinó una tunda que lo dejó baldado, él se quedó tan a gusto y a mí me dejó turulato. Se notaba que el tío había tenido un mal día, o simplemente, llevaba tiempo deseando sonarse a alguien, porque al chaval le llovieron hostias por todas partes. Yo, que me conocía al dedillo Canción triste de Hill Street, sólo pensaba en huir, creyendo que igual asaltaban la librería sus amigos de la banda de los Diablos y se montaba un pifostio que no veas, las guerras apaches conmigo en medio de todas las gangas de Nueva Yol. Al fin, llegó la policía, esposaron al muchacho y se lo llevaron a comisaría. Como en los telefilmes. Pagué mis ciento y pico de dólares y me fui como alma que lleva el diablo. Todo esto no venía a cuento, pero en fin, me apetecía recordarlo aquí. Al volver a Murcia leí Maus por primera vez, y me sorprendió entender toda la obra con mi inglés de aquel entonces, el que medianamente había aprendido desde la EGB hasta los años universitarios.

Hace un par de semanas releí los dos tomos de Maus. Mi inglés ha mejorado mucho con los años, pero ya no me sorprendió haberlo comprendido todo una década antes: Spiegelman construyó una obra maestra escrita en un inglés sencillo que pudiese llegar fácilmente a cualquiera que supiese un poco de inglés. Me recordó, salvando muy mucho las distancias y sólo hago la comparación por ser didáctico, el griego del Nuevo Testamento y su traducción latina, la Vulgata, dos obras que cualquiera que supiese el mínimo de griego y latín pudo entender sin dificultad a lo largo de los siglos. La misión de los autores del NT fue divulgar un mensaje al mayor número de hombres posibles. Creo que Spiegelman también premeditó, en algún momento, que su obra magna debía llegar fácilmente al corazón de los lectores que pudiesen entender esa lengua franca de nuestro tiempo que es el inglés, como en otro tiempo lo el griego o el latín. Uno de los mayores logros de Maus es que tiene una vocación universalista: quiere trascender las fronteras, dar a conocer un mensaje que también es universal, el de la crueldad del ser humano y su gusto por cebarse, cada cierto tiempo, en grandes sectores de la sociedad que hasta entonces habían vivido libremente y perfectamente integrados en la sociedad: árabes, judíos, homosexuales, negros… ¿fumadores? Ese deseo de transgresión de fronteras condujo a Spiegelman a crear con Maus una apasionante amalgama de elementos diversos: humor, tragedia, historia real, colectivos convertidos en personajes animalizados… Es una historia sobre el holocausto judío, pero su gran mérito consiste en que también es una historia sobre la difícil relación de Spiegelman con su propio padre, Vladek, el superviviente de los campos de concentración, el superviviente del suicidio de su esposa cuando Spiegelman ya contaba veinte años y vivían en Estados Unidos. La tragedia de Anna, la madre de Spiegelman que sobrevivió al holocausto pero no pudo sobrevivir a los recuerdos del mismo, es la gran historia latente que para siempre quedará perdida en el tiempo, y el esfuerzo de Spiegelman por comprenderla intensifica el dolor de una suerte atroz, de una vida marcada por el horror del genocidio nazi que alcanzó a ser expresado por escrito, de puño y letra por ella misma, y que Vladek destruyó tras su muerte intentando librarse del pasado. Desde este punto de vista, también Vladek es un asesino, y así lo llama Spiegelman en la última viñeta del tomo 1, un asesino de la memoria.

Maus es una obra emblemática, pero no sólo es eso: es también una gran obra que merece ser leída y releída con los años. Su carácter de novela gráfica, mixta, fronteriza, procedente del underground americano y hoy instalada en el independentismo creativo radical, la hizo ganadora del premio Pulitzer de literatura en 1992. Se argumentará que fue el tema del holocausto, y no un medio como el cómic, el que ganó el prestigioso galardón, pero esa disquisición resulta bizantina a estas alturas. Ganó, ante todo, un gran artista de este hermoso medio narrativo, uno de los más grandes desde los años 70. Quizá este premio sirvió también para que los tebeos empezaran a entrar en las bibliotecas para convivir con sus hermanos mayores de toda la vida, y por el bien de todos.

5 comentarios:

Carlos César Alvarez dijo...

Qué historia tan buena, la de cómo compraste Maus.

Y mira, esta misma semana en España se ha aprobado en el Parlamento, y por mayoría absoluta, una proposición para crear un premio a autores de cómic, además de otras medidas para el fomento del arte secuencial. Seguro que Maus y su Pulitzer tuvo algo que ver en esto.

Jody Dito dijo...

Tienes razón en lo que escribes, no sé apuntar algo concreto, alguna frase, pero me da que en todo lo que dices tienes razón.
El Genocidio nazi es algo que tiene tendencia a repetirse, en mayor o menos medida, a lo largo de la historia, con diferentes protagonistas. Debe ser contado, una y mil veces, no debe ser olvidado. Si recibe premios, mejor que mejor. Si se cuenta con sensibilidad extrema, ya es una obra maestra. Si se es protagonista indirecta, tiene valor añadido. Y si es por medio del comic, la forma de contarlo, es el "sumum".
El comic es un arte, porque artistas son los que dibujan y artistas son los guionistas. Los comics deberían tener lugar propio en la literatura, en las bibliotecas, en las librerias, en las casas.....Si, la verdad, es que tienes razón, no sé en que, pero tienes razón en lo que escribes.
Con este comentario, solo quiero expresar mi devoción a los comics, mi respeto a las historias con fundamento, mi gratitud a quien lo da a conocer y....no sé qué más, qué gracias por la reseña, no la conocía. Agur

El Pobresor Gafapasta dijo...

Amigo Jody: pues si no tienes Maus, corre a comprarlo que te gustará. En España está editada por Planeta en un solo tomo en tapa dura, y a muy buen precio, de veras.

Un saludote.

Anónimo dijo...

Una de las pocas obras (cine, música, literatura o comic) que al terminar de verlas es imposible no emocionarse.
Cuando lo terminé la primera vez no me di cuenta de que Vladek llama a su hijo RICHIEU, por que estaba llorando. Y cuando lo releí... lloré aún más.

Jorge de Asturias

El Pobresor Gafapasta dijo...

Jorge:
Maus es una de esas obras emblemáticas que hoy día se estudian en universidades para ilustrar el concepto de novela gráfica. En fin, es una obra hondamente emotiva. Llorar con ella es vivir.

Un saludote.