martes, abril 11, 2006

THE MISFITS: CHRONIQUE D´UN TOURNAGE

Por fin he podido recuperar mi poco francés y encontrar, dentro de mis muchas ocupaciones de un día demasiado corto, un rincón de mi tiempo para leer en ese idioma. A tal fin, fui durante los dos últimos años comprando algunos libros y tebeos cada vez que iba a España, pero también en México Deefe. Lo primero que he leído es un libro precioso que conseguí en Madrid: The Misfits. Chronique d´un tournage par les photographes de Magnum. El libro lo firman Arthur Miller y Serge Toubiana, quien a la sazón era redactor jefe de Cahiers du Cinéma, editorial de este libro publicado en 1999 y disponible también en inglés (en español, no tengo idea).
Se trata, claro está, de un libro de fotos con bastante texto, pero esencialmente es un libro de fotos. Una de mis películas favoritas de todos los tiempos (una de mis 30 sagradas que defiendo con uñas y dientes) es The Misfits, un film crepuscular y triste que John Huston rodó en 1961 y que en España se tituló Vidas rebeldes. Es, además, una película con aureola de obra maldita, pues fue la última película que rodaron Marilyn Monroe, y Clark Gable. El libro se divide en tres partes: una conversación entre Arthur Miller y Serge Toubiana (pp. 5-46), una buena narración de Serge Toubiana sobre el azaroso rodaje de la película (pp. 49-96) y una inmensa muestra fotográfica del rodaje de la película. Este libro existe porque durante toda la filmación, tanto en estudios como en la ciudad de Reno, la casa Magnum tuvo a varios fotógrafos tomando fotos de los actores, no sólo en su labor interpretativa, sino también en sus tiempos muertos, que gracias a Marilyn podían llegar a ser muchos. Son fantásticas estas últimas imágenes, donde a veces vemos a los actores tumbados en un prado esperando a la inestable Marilyn Monroe (que siempre llegaba tarde al rodaje por las mañanas) o simplemente aburridos como ostras esperando que la diva apareciese con varias horas de retraso, como vemos aquí en esta foto, donde los rostros de Arthur Miller y John Huston aparecen contritos por la pesada espera.
The Misfits es importante por muchas razones. No sólo continúa siendo una gran película sobre los inadaptados que existen en toda sociedad (inadaptado es más correcta traducción para misfit que vida rebelde), sino que fue el único trabajo que el gran dramaturgo Arthur Miller escribió directamente para el cine, y lo pudo hacer con total libertad ni cortapisas creativas. Miller, quien en aquel tiempo estaba casado con Marilyn, escribió esta película para ella, y en su personaje todos, empezando por el propio Miller, han reconocido la personalidad de la propia Marilyn. Arthur Miller, que pasó todo el tiempo de rodaje con el equipo (esto es inhabitual en los rodajes cinematográficos), aparece en numerosas fotos de este libro soberbio. Esta presencia no consiguió resolver el distanciamiento que ya se había convertido en costumbre en el matrimonio, pues como podemos ver en muchas fotos de ambos (como esta que adjunto aquí abajo) ya no había gran comunicación entre ellos y aquel matrimonio no daba para más. Al poco tiempo se divorciaron. Atención al avechucho que vemos sentado a sus espaldas. ¡La señora Strasberg!
Tanto en la conversación con Miller como en su artículo extenso, Toubiana efectúa un buen repaso de los avatares del rodaje: los retrasos de Marilyn para llegar al set de filmación, el miedo que tenían de que Monty Clift volviera a caer en sus problemas de alcohol y drogas (al final, el comportamiento de Clift fue ejemplar), el cáncer que se estaba comiendo a Gable por dentro (quien, por otra parte, no dejó nunca de fumar como chacuaco y murió pocos días después de finalizar el rodaje), así como la molesta presencia de la esposa de Lee Strasberg, gurú del Actor´s Studio de Nueva York, que no permitía que nadie se acercara a Marilyn sin su consentimiento y que repasaba con ella todos los diálogos y la aconsejaba en las cosas de su vida cotidiana. La presencia de la Sra. Strasberg (el avechucho de la foto anterior) se convirtió en una molestia para todo el equipo, ya que incluso se permitía darle consejos a Huston sobre cómo Marilyn debía ser dirigida y cómo debía rodar las escenas que ella interpretaba. Aquí la vemos en una foto con Marilyn, ejerciendo lo que Miller considera en la conversación con Toubiana una influencia insana. Un personaje francamente repulsivo para todo el equipo de filmación, lo cual podemos percibir claramente con sólo ponerle encima a la foto estos ojitos que se ha de comer la tierra.
La película se cebaba en Marilyn como símbolo sexual de una manera que hoy nos parecería vulgar y de mal gusto. Huston no dejaba pasar la ocasión de lucir la belleza carnal de la actriz de una manera poco educada que en estos tiempos haría enfurecer a más de una feminista y/o derivados: a Marilyn se le sale una teta en una escena, en otra vemos cómo la cámara se recrea con el movimiento de sus nalgas mientras juega al jokari (una especia de raqueta de ping-pong con pelota incorporada por medio de una goma). En otra ocasión, como vemos en la foto de más abajo, nos deja embobados imaginando lo que falta por ver en todo su esplendor. Bella y gordita, lo cierto es que uno de los grandes encantos del film es la belleza delicuescente que luce a lo largo de todo su metraje, una belleza hoy oficialmente pasada de moda, pero todavía muy sugestiva para más de un millón de cristianos.
Es curioso cómo Marilyn sigue gustando hoy tanto a los hombres, y cómo es odiada por la gran mayoría de las mujeres. Recuerdo que cuando proyecté esta película en mi clase Cine y literatura II, todas las estudiantes echaron pestes de un film que no tiene nada de reprochable, salvo la belleza de una Marilyn Monroe que para muchas mujeres puede ser tan hiriente como encandiladora para un hombre, porque Marilyn encarna a la princesita cordial y carnal que todo caballero querría rescatar a mandoblazos de un ogro o un dragón. Su carnalidad y su personaje de ingenua explosiva (que tan bien explotó Wilder en Some Like it Hot y The Seven Year´s Itch) eran una obra maestra en la pantalla (dicen que Marilyn en la vida real no llamaba nada la atención), una obra maestra que se basaba en su propia personalidad, siempre sensual y desentendida de moralismos. Quizá una dulce chica fácil y sencilla, que aseguró en cierta ocasión no haberse prostituido nunca por dinero, pero sí por un plato de comida.

El libro de Miller y Toubiana es un recorrido maravilloso por una obra maestra del séptimo arte, una película con un encanto desgarrador y una perturbadora aureola de moribundez. Un hermoso canto de cisne de dos artistas del medio cinematográfico convertidos, con el paso de los años, en mitos de nuestra memoria sentimental por derecho propio, y en definitiva, en mitos de la memoria sentimental de la Humanidad.

Arthur Miller et Serge Toubiana, The Misfits. Chronique d´un tournage par les photographes de Magnum. Cahiers du Cinema. París, 1999.

1 comentario:

Jody Dito dijo...

Total y absolutamente de acuerdo. Conozco el libro, conozco las fotos, las fotos las he visto cinco mil veces cada una de ellas, las fotos de marilin, algunas de ellas las hice tamaño poster y las tuve colocadas en mi cuarto de adolescente hirviente durante varios años, mis amigos iban a mi casa solo para verlas.....si, un libro auténticamente mítico, no solo por lo que he dicho, sino por lo que tu dices de malditismo. Ese malditismo que se cernió sobre todo el rodaje de la película. Miller; un monstruo con sus Trópicos, Huston; el más grande de los grandes. Gable; ¿qué decir de él ¿no?....y ¿Marilin?; Marilin la diosa griega encarnada en una paleta del medio oeste.....¿no es un drama total?